Flamencos lunares llenos de estrellas

Holaaaaa!
Rafa al habla!
Seguimos recordando el viaje más molón de la historia chilena:

Día 3:

 Amanecimos, of course, en nuestro querido hostal Pacha Mama y después de desayunar cogimos el coche hacia Toconao, un pueblo mínimo con dos monumentos contados y con mucho desierto a su alrededor. Paramos un rato y, en vez de ver esos monumentos, nos pusimos a jugar con dos llamas!! A Xiana le encantaron, pero no pudimos sacar una buena toma porque teníamos miedo de que nos escupieran...

Después seguimos nuestro peregrinaje por el desierto hacia la Quebrada del Jere. Aquí encontramos un oasis en medio del desierto!! Había un riachuelo, mucho verde y un huerto de peras pero sin frutos. Era genial ver todo eso rodeado de kilómetros de arena seca seca.

La siguiente parada fue la Laguna de Chaxa. Una laguna, como su nombre indica, donde muchos flamencos pasan el rato y socializan con otros flamencos. Aquí fue donde Noa descubrió su ave favorita. Sí, el flamenco. La verdad es que nos gustó mucho a todos. El sitio era muy tranquilo y los flamencos son guays, aristocráticos incluso. jejeje

Y para rematar el día nos pasamos por el Valle de la Luna, una zona del desierto llena de montañas de roca y arena donde todos los guiris van a ver el atardecer. Y nosotros como guiris no podíamos ser menos. QUÉ BONITO ATARDECER COÑO. Pero más bonito aún fue después, cuando ya había anochecido y nos quedamos en una pequeña montañita, sin guiris y sin nadie más, para ver las estrellas. MILES Y MILES DE ESTRELLAS, LUNA CASI LLENA Y ALGUNA ESTRELLA FUGAZ, que Xiana no alcanzó a ver... Mi gran sueño de ver un cielo estrellado de los de película se cumplió. Ya podéis imaginarme feliz de la muerte.

Luego ya volvimos a nuestro querido San Pedro para cenar. Cuando íbamos andando por las calles se nos acercó un hombre peculiar peculiar, nosotros lo bautizamos como Robin Pan, y nos convenció para ir al restaurante que promocionaba. En el restaurante tuvimos que esperar siglos para cenar porque unas guiris trofollacas no dejaban la mesa libre, pero si ya se habían comido todo!! putas trofollacas... Pero la espera valió la pena porque estaba todo muy bueno. Lo malo es que nos tuvimos que contener un poco porque al día siguiente, de hecho a las 4 de la mañana, nos teníamos que levantar para ir a ver géisers a 4800 metros de altura y tanta altura podía hacernos vomitar fácilmente una cena copiosa. Pero esta historia es ya de otra entrada.

(A mí también me parece raro escribir "géiser" pero lo he mirado en la RAE y en castellano es así, vale??)

DIGITAL BESOOTEE =)